El Artista... debe demarcar con su estética, los nuevos sentidos sociales,
maxime cuando la moral y la ética no son suficientes


CULTURA Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN ponencia presenteda en el cabildo cultura y medios de comunicación de la MARCHA PATRIÓTICA Y CABILDO ABIERTO POR LA INDEPENDENCIA 19, 20 Y 21 de Julio de 2010

Hoy como hace 200 años nos pretender engañar y traicionar

Los movimientos sociales en Colombia, hoy como hace 200 años, nos enfrentamos a múltiples elementos adversos: exclusión política, escases de recursos, represión estatal, auge del paramilitarismo, entre otros, pero, sin lugar a dudas, la principal amenaza a nuestro trabajo es la estigmatización y la criminalización que hacen los elites en el poder de toda expresión popular que contradiga el discurso hegemónico, un discurso que hunde sus raíces en un modelo de país basado en las leyes del mercado transnacional que sacrifica nuestra soberanía e independencia, poniendo al servicio de aquellos que durante 2 siglos han explotado y reprimido los sueños de miles de personas que han dado sus vidas en lucha organizada por la construcción de una nueva sociedad, miles de personas que no renunciaron al sueño de la Gran Colombia, un sueño traicionado por Santander y la elite criolla, una traición que se refrenda cada cuatro años un siete de agosto, caricaturizando así la gesta heroica de un ejército patriota en lucha por la soberanía de nuestro pueblo.

Ha sido tal el daño que dicho señalamiento y persecución ha infringido en el movimiento social, que ha buscado amedrentar y mellar la voluntad de lucha de amplios sectores, han acallado nuestras voces asesinándonos, intimidándonos, nos han hecho creer equivocadas nuestras demandas, nos hacen vernos como necios, terroristas, nos avergonzamos de nuestras banderas, como si no fueran enarboladas a partir de las realidades que vivimos, les hemos creído y nos han engañado, no lo volveremos a hacer. Ello nos ha llevado a rechazar lo que somos, a aceptar de manera sumisa una visión del mundo, a olvidar las gestas de un pueblo que lucha, y legitimar una historia oficial que nos niega; nos han obligado a callar, pero aún no han logrado obligarnos a no pensar, aún somos muchos los que creemos en la posibilidad de transformar la sociedad, aún somos muchos que nos resistimos a aceptar un orden establecido que se nos muestra como el único posible, que somos orgullosos de ser luchadores, pero aún más orgullosos de ser los que estamos construyendo el sueño de una patria libre y soberana.

Lo que hace 200 años llamaban tributo, hoy lo llaman impuesto

Lo llamaron tributo, nos dijeron y por la fuerza nos hicieron creer en un carácter divino de la monarquía, nos dijeron y por la fuerza dieron a nuestra existencia un carácter divino, extirparon y fundieron nuestros dioses, convirtiéndolos en oro para las arcas del reino, así justificaron la guerra justa y el deber civilizador de los conquistadores, encomenderos, virreyes y misioneros que ejecutaron un magnicidio y condenaron al pueblo a una oscura época de muerte, cepo, inquisición, mita, encomienda, conquista, colonia. Dar el fruto de nuestro trabajo a un reino de carácter divino era justo, necesario y muestra de virtud, era un tributo. ¡Falso!, nos engañaban, nos explotaban, robaron nuestras riquezas, acabaron nuestras comunidades, nos asesinaron, les creímos y lo aceptamos, no lo volveremos a hacer.

El pueblo se levantó, con Galán, “la Pola” y los comuneros; con Bolívar, Carbonell y Nariño en el sueño patriota de la Gran Colombia; pero el pueblo y sus líderes fueron traicionados, Galán fusilado, Bolívar traicionado, Nariño encarcelado.

Hoy lo llaman impuesto, nos dicen que el Estado garantiza el bien común, que es nuestra obligación bajo el imperio de la ley aportarle, que la ley nos hace a todos iguales, que garantiza la armonía de la sociedad y que la ley la garantiza el ejercicio del gobierno. !Falso¡ nos explotan, nos asesinan, no somos iguales, la ley y el orden fue hecha y sirve a los intereses de quienes nos han traicionado y a diario nos explotan, nos persiguen, nos señalan. No volverá a ser así, el primer paso hacia la verdadera independencia es que el pueblo reclame la suya frente a las elites que nos gobiernan.

Nos han impuesto su forma de pensar, han negado nuestra voz y nuestras ideas, las han perseguido, han extinguido a sus portavoces; usando la fuerza, la tortura y la muerte, usando la iglesia, la escuela, y los medios de comunicación, han construido y difundido su forma de verdad. Una forma de verdad con la que se legitiman, hacen ver como necesario el orden establecido, como si fuera el único posible, y con ello condenan a todo lo diferente, señalándolo de vulgar, terrorista, enemigo, ya que ellos, erigidos así mismos como punto de referencia, son cultos, ciudadanos, modernos, democráticos, son bellos, son pasión, son el pueblo, son el país. !Falso¡, ellos son los enemigos, los apátridas, necios corifeos y apologetas de la explotación y la muerte, no son el pueblo, su democracia reproduce su sistema, sus discursos son demagogia, su sociedad, como la presentan es una falacia, somos el pueblo porque vivimos la realidad y somos capaces de transformarla en beneficio de nosotros. Su falso nacionalismo es apátrida, se sustenta en un ejército que vuelve sus armas contra el pueblo,! este ejército no es el ejercito bolivariano!, unos paisajes que para ser embellecidos debieron construirse sobre nuestra sangre, un paternalismo machista que nos considera ignorantes, un mapa de territorios pacificados, una religión que se impuso por las armas, una democracia reducida a unas elecciones compradas y financiadas por aquellos que nos explotan y asesinan, con unos cantantes, deportistas, actores, reinas de belleza, que han entregado sus conciencias y sus acciones en desconocer una realidad social para entronar otra ajena al sentir y el vivir de la población.

El saber tradicional ha sido convertido en mercancía, bajo propiedad intelectual, usurpada en manos privadas pese a ser creación colectiva, imponen un canon de la estética creado por el narcotráfico y expresado en los reinados y el mundo de la moda que llevan nuestras juventudes a un narcisismo y consumismo desenfrenado, reivindican unos valores, invistiéndolos de modernidad, que apuntan a negar la multiculturalidad de nuestras raíces, renegando de la diversidad y homogenizando las apariencias, armonizando el desastre de la sociedad capitalista . Nos han desplazado de nuestros territorios, inundándolos con represas, sembrándolos de palma, entregando los recursos naturales al usufructo del capital privado y foráneo; vulneran la soberanía nacional, reducen el territorio a un área con un precio, a un espacio vacío negando nuestra existencia. Nuestra memoria es negada de la historia oficial, relato intermitente de grandes hombres que como presidentes han hecho grandes cosas, historia en la que el pueblo no aparece, en la que todo funciona de manera armónica. ¡Falso!, cada posesión presidencial refrenda la traición al pueblo, cada siete de agosto se refrenda no la batalla de Boyacá, heroica gesta del ejercito bolivariano, sino la traición de Santander al sueño de una gran Colombia, asumimos la memoria como objeto de reivindicación de los olvidados, como instrumento de liberación de los oprimidos, pues somos deudores de generaciones anteriores de quienes heredamos luchas por las cuales han dado sus vidas, su tarea esta por ser concluida. Nuestro arte se ha convertido en creador de riqueza para ellos, castrando el genio creador de nuestro pueblo y limitando nuestra imaginación y capacidad creativa a las demandas del mercado, ha sido convertido en caricatura de sí mismo, triste paradoja, su acceso ha contribuido a marcar diferencias, alimentando su visión de lo culto.

La escuela ha sido convertida en espacio de generación de hombres deformados, afines a una visión del mundo, la oficial, no son el espacio de generación de hombres libres, de hombres nuevos que construyan una nueva sociedad; la televisión no educa, pervierte, telenovelas que enaltecen al rico, al bello, lo superfluo, lo existente, enceguecen la imaginación, crea maquinas que reproducen estereotipos que para ser construidos deben ser comprados, las cosas, las mercancías, se convierten así en personas, las personas se convierten en mercancías, la sociedad se vuelve un acto de compra o venta, pues el mercado garantiza la realización personal y la vida en sociedad, eso es lo que nos han dicho, nos han enseñado y nos han obligado a creer. ¡Falso!, el mercado nos convierte en expresiones pecuniarias, ni la ley ni el mercado nos hacen iguales, para ser iguales debemos todos tener las mismas garantías de acceso, la libertad, la personalidad y la diversidad también dependen de la economía, y allí las diferencias, las injusticias y la realidad catastrófica de la sociedad no solo se evidencia sino que se explica.

Los medios de comunicación nos expresan el problema estructural asociado con la inequidad y exclusión, el acceso a las telecomunicaciones evidencia la concentración de los medios en manos de grandes poderes económicos nacionales, cuando no empresas extranjeras que manejan los medios; vivimos un déficit de periodistas críticos e independientes y una vinculación cada vez más estrecha entre periodistas y político s apátridas, estos elementos son alimentados por la carencia, conscientemente alimentada, de una visión ética del ejercicio periodístico en las facultades de comunicación. Este panorama es bien conocido por los colombianos, sin embargo, debido a la polarización y a la represión que ha sido una constante en el sistema político, reina la costumbre de no hacer nada, de criticar, pero no mucho, de pelear con el televisor, con la radio y con la prensa pero quedarse callado en reuniones sociales por temor a ser tildados de guerrilleros o de opositores. La verdad ha sido raptada.

El mundo globalizado es la panacea de la actualidad, es un flujo en el que debemos navegar y nunca podremos escapar, el lugar ha desaparecido, las distancias y el mundo también es global y uno solo, niegan con ello que las desigualdades también se han globalizado, que aún existen y se agudizan, las universidades se han sumido en los fáciles presupuestos posmodernos y reclamado para sí el fin de las ideologías, la relatividad de las realidades, el imperio de los discursos, como si con palabras se cambiara el mundo, creen que ello es una opción política. ¡Falso!, la opción política es la lucha ideológica y política, la organización desde la base, la posibilidad y firme convicción de la transformación de esta sociedad, la lucha contra la globalización pasa por el reclamo de la soberanía, la independencia nacional real, y la integración de los pueblos latinoamericanos como lo indicase Martí, Bolívar, Neruda, Sucre, Allende, la Pola, entre otros grandes hombres y mujeres que han marcado la historia de la resistencia de los pueblos americanos.

La iglesia ha enseñado que la sumisión, poner la otra mejilla, la salvación individual son las características del cristiano, ¿acaso no fue Jesús quién echó a los mercaderes del templo?, no pedimos venganza, exigimos justicia. Lo que la iglesia llamo masonería y herejía, el imperio llamo comunismo, y el fascismo criollo llama terrorismo, con ello justifican guerras civiles, la Violencia, Marquetalia, la Guerra Sucia, el genocidio contra la UP, los falsos positivos, el desplazamiento y la represión en contra de un pueblo que lucha por una nueva sociedad, han asegurado que no existe un conflicto estructural en la sociedad, con ello cierran las puertas a la solución dialogada al conflicto social y armado, señalan de terroristas a quienes han abierto sus ojos a la historia y la realidad misma y se han dado cuenta de la inequidad del país, han hablado de la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo para justificar así la represión, el desplazamiento, las masacres y la intervención económica, política y militar extranjera en la nación, nos han mentido con la creencia de vivir en un país que se ha superado, no nos han dicho en beneficio de quienes se ha dado tal superación, miden la pobreza, pero nunca la riqueza . El conocimiento que producen es afín a sus intereses y ajeno a los del pueblo, carecen de la estatura moral que el pueblo ha demostrado tener a lo largo de 200 años.

Ese ha sido el difícil caminar que hemos seguido durante 200 años, 200 años durante los cuales hemos desenmascarado a quienes hoy se reclaman nuestros gobernantes, cada engaño, cada idea impuesta por la sangre, cada desconocimiento del pueblo, cada silenciamiento de nuestra voz, cada compañero caído, son para nosotros parte de lo que somos, del porque de nuestra lucha y razones poderosas para decir, hoy, que no rememoramos un grito de independencia dado por el pueblo y robado por quienes lo traicionaron, que la lucha del pueblo y el sueño de libertad continua y esta por construir, que el movimiento social vive, que nuestra lucha es entusiasmable y eso nos hace invencibles. A los enemigos del pueblo gritamos: acá estamos y acá seguiremos, y no desfalleceremos hasta recuperar todo lo que ustedes nos han quitado. Es hora de decir ya basta, es hora de ser millones que imponemos nuestra verdad, de avanzar y abrir nuevos caminos hacia una sociedad justa, de enarbolar la bandera de la Unidad, de reivindicar la memoria histórica de nuestras luchas, de apostar a una educación popular que nos haga libres, de reivindicar nuestras raíces y nuestras tradiciones, de detener el avance nefasto que convierte nuestras creencias, nuestros territorios, nuestras ropas, nuestra historia y nuestras luchas en mercancías, en caricaturas de su realidad, en instrumentos para ejercer sobre nosotros dominación. Tenemos una verdad y una visión del mundo, tenemos un sueño, y no desfalleceremos hasta construirlo. Somos parte de la realidad negada, debemos combatir las verdades impuestas. No solo basta con combatir ideas con ideas, debemos combatir ideas con realidades, con unidad y firmeza. Para construir una nueva sociedad debemos edificar una nueva forma de pensar.

Hoy, como hace 200 años, avanzamos en nuestro grito libertario

Hoy nos congrega la necesidad de avanzar en proyecciones que nos permitan alcanzar nuestros objetivos, pospuestos durante 200 años. Nuestra consigna será la reconstrucción, el rescate y la reivindicación del quienes somos, de nuestra identidad como pueblo, de nuestra identidad como movimiento social unido.

Para reconstruir nuestra identidad es necesario reconocer el carácter multicultural y diverso de nuestro país, no a la manera de la constitución de 1991, hay que ir más allá, ni el campesino, afrodescendiente o indígena, son señales atávicas de retraso; son sujetos que componen nuestra identidad, que han jugado papeles fundamentales en nuestra historia, el reconocimiento de nuestra diversidad es fundamental de cara a una nueva sociedad; debemos avanzar en el reconocimiento de la población LGBT, no debemos continuar con aquella visión conservadora, que les excluye y discrimina; su reconocimiento no debe ser solo discursivo sino político, incluyente, que garantice sus derechos y les reconozca como sujetos activos de la sociedad.

Es imperativo que como movimiento social nos reconozcamos y reivindiquemos los imaginarios que hemos construido a lo largo de nuestra historia y que constituyen en parte lo que somos, también aquellos a los que hemos acudido como forma de protesta; ello implica también el desconocer y luchar contra imaginarios que nos han sido impuestos y en los que hemos sido encasillados para justificar nuestra persecución. Ello es impensable sin buscar visibilizarnos y difundir nuestras ideas, así como los medios de comunicación han sido usados para mostrarnos de una manera distorsionada, acudiremos a ellos, aunque no poseamos el control de grandes medios, para desde el barrio, la Universidad, el folleto, periódico, la emisora, el mural, la canción, poesía y demás formas de acción artística, cultural y comunicativa, empoderándonos, difundir nuestra demandas, informar, protestar y posicionar debates y consignas de cara a escenarios de movilización y organización, haremos de los instrumentos de dominación instrumentos de liberación.

Lo anteriormente esbozado, la identidad, su reconocimiento gracias a su visibilidad, se logra solo mediante la construcción de un tejido social acorde a las características propias como movimiento social, lo que significa en la práctica avanzar y fortalecer espacios de organización, que garanticen la eficacia de nuestras acciones y la trascendencia de nuestras iniciativas, pues la identidad y la organización son procesos de largo plazo.

Esta identidad debe enarbolar las banderas de la unidad, el empoderamiento popular, la soberanía e independencia nacional y la unidad latinoamericana, como bastiones de una nueva cultura política, una cultura política que no reniega, por el contrario, se compadece y nace del sueño Bolivariano.